Así que he cambiado el codillo por las croquetas de jamón y la Weissbier por el vermouth de los domingos y me he acostumbrado de nuevo a los decibelios españoles, aunque sigo echando de menos toparme a menudo con los Alpes y el espíritu ciclista de Múnich.
Cualquiera que haya vivido fuera llega a sentirse parte de este lugar y quizás se hace más crítico con su lugar de origen, pero en en esencia, nunca olvida sus raíces.
1 comentario:
Es verdad, después de vivir en un país extranjero, de aprender el idioma entender la cultura, adaptarte a las cosas nuevas y otras no tan buenas te haces parte de ese lugar. Amo México pero Alemania es mi segunda patria.
Saluditos Ali
Rosaura
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